Mi mayor deseo es morir joven y vivo.
Cuando digo “joven”, no hablo de años, sino de la frescura de espíritu y de la capacidad de maravillarme. Mi cuerpo tendrá, por supuesto, la edad que tendrá, pero esta nada tendrá que ver con la juventud de la que hablo.
En referencia a estar “vivo”, no hago alusión a las funciones vitales, sino a esa conciencia de existir más allá del cuerpo que me limita, del tiempo lineal que transito y del espacio que recorro.
Partir, entonces, puede experimentarse con plenitud, como un renacimiento, como un regreso al hogar…